15 de enero de 2012

Reporte fotográfico de la asamblea y acto musical de obradoristas en el Zócalo de San Pedro Cholula el pasado sábado



El evento organizado por la Comisión Coordinadora Distrital de Morena, el Colectivo Ciudadano Carrillo Puerto, MORENA-JE de San Pedro Cholula y obradoristas del distrito llevó mensajes de lucha a cientos de ciudadanos cholultecas.

También se reclutó un número importante de Protagonistas del Cambio Verdadero, se repartió "Regeneración" y se registraron ciudadanos asistentes a las tareas organizativas y electorales de la actualidad.

El evento contó con la particación de las bandas Moon Display y Radio Rebelde Rock que calentaron la fría tarde e hicieron que muchos jóvenes se acercaran a escuchar los mensajes de MORENA.

El evento no pudo concluir como estaba programado porque las autoridades municipales cortaron la energía eléctrica de la plaza afectando incluso a varias docenas de comerciantes informales que venden en ella, la acción seguramente fue motivada porque los mensajes de los oradores no pudieron evitar referirse al pelele Fecal, quien es ferreamente defendido por la actual presidenta municipal panista.

























VA EL VIDEO DE UNA ROLITA DE ESTE EVENTO:

El blues de la cabaña de The Doors con Radio Rebelde Rock

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Participan activistas y militantes de diversos colectivos

Repudian estudiantes la guerra contra el crimen organizado

Lanzan consignas en oposición a la presencia policiaca en las calles

Foto
Decenas de jóvenes de diversos colectivos, convocados por la Coordinadora Nacional contra la Militarización, marcharon en contra de la presencia castrense en las calles del paísFoto Carlos Cisneros
Fernando Camacho Servín

Unos 40 estudiantes y activistas realizaron ayer la segunda Caminata contra la Guerra y la Militarización, mediante para repudiar que la seguridad pública esté hoy dominada casi totalmente por elementos del Ejército, en el contexto de la guerra contra el crimen organizado, lo cual ha generado gran cantidad de violaciones a los derechos humanos.

La movilización, realizada al mismo tiempo que otras en Chihuahua capital y Ciudad Juárez, fue organizada por la Coordinadora Nacional contra la Militarización (Conacom), y en ella participaron militantes de diversos colectivos, entre ellos Pan y Rosas y Contracorriente.

Lanzando consignas de rechazo a la presencia de las fuerzas armadas en las calles del país, y también en respaldo a los estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa, Guerrero, los manifestantes partieron de la explanada del Monumento a la Revolución, alrededor de las cinco y media de la tarde, rumbo al Zócalo capitalino.

La marcha transcurrió sin incidentes por avenida Juárez hasta llegar a la peatonal de Madero donde los estudiantes hicieron algunas pausas para repartir volantes entre la gente que observaba y explicarles las causas de su movilización:

Sergio Moissens, integrante de la Conacom, advirtió que la militarización de la vida pública ha continuado de manera alarmante y paralela a los asesinatos, desapariciones y atentados contra varios activistas sociales, como los casos de Nepomuceno Morales, Trinidad de la Cruz y Norma Andrade.

El activista anunció también que del 13 al 17 de febrero próximo se realizará la semana nacional contra la militarización, en el contexto de la cual se realizarán foros sobre temas como la ley de seguridad nacional o el exterminio de grupos vulnerables; las sedes serán la Facultad de Derecho y la de Estudios Superiores Acatlán, ambas de la Universidad Nacional Autónoma de México, y de la escuela normal.

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La izquierda en el gobierno del DF

Arnaldo Córdova

Mercadotecnia ya
Hernández


Cuando en 1997 Cuauhtémoc Cárdenas ganó las elecciones al Gobierno del Distrito Federal, muchos nos preguntamos si había sido porque él era el mejor candidato entre todos los que compitieron o si, en cambio, había sido porque era el candidato de izquierda. En cierto sentido, la pregunta era ingenua y limitada, pues era evidente que había sido no sólo por esas dos cualidades, sino por muchos otros factores, como el hartazgo con la corrupción y el mal gobierno de los mandatarios priístas que hasta entonces se habían sucedido o una simple curiosidad ciudadana por ver, en la capital, cómo se podía desempeñar un gobernante de nuevo cuño.

Haber ganado con más del 47 por ciento de la votación fue de verdad sorpresivo, igual que lo había sido, diez años antes, el que el PRI perdiera su mayoría absoluta en las votaciones defeñas y también su tradicional hegemonía en una ciudad que siempre había sido conservadora y conformista. Se trató de una victoria extraordinaria y arrasadora. Pareció ser, además, de largo alcance, lo que se ha demostrado por el hecho de que, desde entonces, la izquierda ha mantenido su dominio indisputado. Pero lo que quedó para la historia fue que había sido un triunfo histórico para la izquierda.

Con el tiempo y viendo el comportamiento del electorado capitalino, se fue comprendiendo un poco mejor las razones de ese suceso de la izquierda. Se ha dicho muchas veces, aunque se haya estudiado poco: en el DF existe una ciudadanía que es la más ilustrada políticamente del país; aquélla es la entidad que tiene la mayor concentración de riqueza y de cultura; sus ciudadanos son los mejores observadores de la política, puesto que viven en el centro del poder nacional; son los que siempre cuentan con mayor información y, por si fuera poco, los que deciden y votan con más libertad y mayor información.

Los gobiernos de izquierda, por su lado, han sabido gobernar atendiendo las más importantes demandas de la población, si bien no exentos de errores y pifias o, incluso, de corruptelas que se han dejado correr sin corrección alguna y muy acríticamente, sobre todo en el último periodo de gobierno. El resultado político de ello es que los ciudadanos lo resienten y eso los lleva a comportarse con desilusión y hasta con indignación por actos de gobierno que en mucho reflejan el viejo autoritarismo y el desaseo con los que se gobernó a la capital.

Por primera vez estamos ante la disyuntiva real de que la izquierda pierda las elecciones de este año, porque han comenzado a darse signos ominosos de inconformidad y rebeldía de la ciudadanía por actos ciertos de mal gobierno. Eso, acompañado de cierta petulancia y prepotencia de funcionarios públicos que han perdido la antigua humildad con la que se enfrentaron los problemas y también la determinación de hacer bien las cosas. Muchos de esos funcionarios han llegado a confesar que no se consideran de izquierda ni, mucho menos, pertenecen al partido gobernante, el PRD, lo que de ningún modo podría considerarse un defecto.

El ascenso al poder, desde luego, ha beneficiado abundantemente al PRD, convirtiéndolo, como efecto inmediato de las victorias electorales, en un partido con ascendiente y consenso populares; pero su tradicional tara, el ser una reunión de tribus oportunistas y díscolas, feroces en la lucha por el botín y tendencialmente indisciplinadas y logreras, no le ha dejado convertirse de verdad en una fuerza política gobernante. El rol cohesionador y disciplinario lo han desempeñado los gobernantes en turno, que muchas veces han tenido que convertirse en apaciguadores de los conflictos internos.

Tal vez a ello se deba el hecho de que el último gobierno perredista aparezca, sobre todo, en los últimos tiempos, como un gobierno poco identificado con la izquierda histórica y cada vez más alejado de las políticas que sus antecesores siguieron. Independientemente del significado real que haya tenido el pacto entre Andrés Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard en su reconciliación, el hecho es que desde ese momento éste último ha tenido total libertad para decidir en torno a las determinaciones que formalmente corresponden al partido. Eso se puede ver en el proceso que sigue la sucesión al gobierno del DF.

El vuelco que se ha dado en derredor de la precandidatura del ex procurador Miguel Angel Mancera es revelador de lo que decimos. Las cosas en lo tocante a la elección del futuro candidato de la izquierda ya no se deciden dentro de los partidos, sino en las alturas del poder. Al parecer, Mario Delgado era un prospecto del jefe de Gobierno para contender dentro del PRD; cuando eso ya no fue necesario, por todo lo que he apuntado antes, Mancera se convirtió en el favorito. El fue uno de aquellos funcionarios a los que antes me referí y que negaron ser de izquierda (varias veces dejó en claro de no pertenecía al PRD ni pensaba ingresar al mismo).

Se trató de un ascenso meteórico. Hasta hemos podido observar una especie de cargada oficialista proveniente de diferentes ámbitos a favor del elegido. Resulta muy curioso que el hecho de que se trate de un abogado que no ha tenido mayor participación en la política (de hecho era un apolítico hasta que se supo de sus aspiraciones) se le quiera presentar como garantía de un triunfo seguro y se diga, sin mucho análisis, que es el prospecto que evitará que el PRI (con Beatriz Paredes como su candidata) triunfe en las próximas elecciones. Muchos atribuyen, al parecer con razón, a Manuel Camacho el ser el aprendiz de brujo que ha cocinado todo este proceso.

De repente todos aquellos otros prospectos que surgieron de las filas del PRD (Martí Batres, Alejandra Barrales o Joel Ortega, aunque éste con su propia base política) o de otro partido de la coalición (el muy peculiar Gerardo Fernández Noroña) se opacaron ante el candidato independiente en pos del cual se arremolina la cargada. En los hechos, el PRD ha desaparecido como actor de este proceso y sus diferentes tribus alegremente participan de la cargada, dando un espectáculo bochornoso (el caso de Izquierda Democrática Nacional, de Bejarano, es casi emblemático, pues con ser la corriente mayoritaria en la entidad, no tuvo de dónde sacar un candidato propio).

Lo que causa verdadera hilaridad es que se considere inevitable el triunfo del PRI sólo porque su abanderada podría ser la tlaxcalteca Beatriz Paredes. Es verdad que ella sería una excelente candidata para ese partido; pero éste en el DF es, auténticamente, una caricatura de partido, dividido por la mitad y sin bases reales de apoyo. En una entidad que ha mostrado un antipriísmo ya tradicional desde los lejanos años ochenta, es mucho más temible el PAN, con una sólida base social, si bien muy localizada en ciertos puntos de la geografía defeña.

Yo habría preferido que las bases del PRD (y de los otros dos partidos de la coalición) hubiesen tenido la oportunidad de decidir por sí mismas quién sería su candidato. Yo, desde luego, me habría pronunciado por Martí Batres, un verdadero prospecto de izquierda, con trayectoria política, legislador en varias ocasiones y un funcionario honesto y eficaz. Todo eso ya no es posible (si alguna vez lo fue) y la contienda electoral será ya muy otra cosa.