NOS VEMOS EN EL ZOCALO DE PUEBLA DE 10:00 A 18:00 HRS. TODOS LOS QUE ESTAMOS CONTRA EL FRAUDE; A LAS 12:00 HRS. AMLO ESTARÁ PRESENTE!!
En la democracia más vale un presidente interino, que uno que haya comprado el cargo
por Pedro Echeverría V.
Con
una Presidencia Interina no ganan ni Enrique Peña Nieto ni Andrés
Manuel López Obrador. Gana el país al ver que con sus protestas y sus
luchas están a punto de imponer eso que llaman democracia
1. México, con la
posibilidad de nombrar un presidente interino independiente, está en el
momento adecuado para limpiar su cara, cuerpo y pensamiento totalmente
sucio, enlodado, por gobiernos y empresarios de distintos partidos –el
PRI y el PAN en particular- que lo han desprestigiado ante los demás
países. Con un gobierno interino neutral durante un año, se podría
organizar un proceso electoral decente, sin enormes gastos y presiones
que podrían comenzar a limpiar el buen nombre de México ante el mundo.
Si por el contrario las autoridades electorales deciden imponer al
candidato del PRI sin pensar en el futuro de México y a pesar de las
acusaciones que se le han hecho, podrán ponerlo en la silla
presidencial, pero al mismo tiempo estarán provocando reacciones que
podrían manifestarse en semanas y meses.
2.
Con una Presidencia Interina no ganan ni Enrique Peña Nieto ni Andrés
Manuel López Obrador. Gana el país al ver que con sus protestas y sus
luchas están a punto de imponer eso que llaman democracia, es decir, que
en México se aleje la manipulación y la compra del voto aprovechándose
de la miseria económica de la gente y que además se instale una sociedad
más consciente y participativa. Por el contrario, si el IFE y el TRIFE
por comodidad, por irresponsabilidad, por venderse o por tener miedo,
deciden entregar la Presidencia a Peña, quizá no pase inmediatamente
nada, pero en los próximos meses o años muchas cosas graves, muy
violentas, podrían registrarse y los culpables serían aquellos que no
supieron escuchar y sólo buscaban imponerse. Y la población, que parece
no darse cuenta de lo que pasa, no olvida a quienes actúan con maldad.
3.
Si se nombra un presidente interino en México, por un período de un
año, no pasa nada trascendente; como tampoco nada sucedió en los cinco
cortos periodos del siglo XX que tuvimos presidentes interinos. Más aún,
es posible que sirva el interinato para pensar y repensar en la
situación de los trabajadores y desempleados en México –además de sus
mil y un problemas- y las soluciones que se proponen. Un gobierno
interino que convoque a nuevas elecciones que evite la compra de votos y
muchas trampas que se cometen en cada proceso electoral. Eso, como han
gritado millones de gentes que luchan en las calles, comenzaría a
limpiar el desprestigio del país que sigue apareciendo en el mundo como
símbolo del narcotráfico y la corrupción. Así que si alguien dice querer
a México, debe comenzar por limpiar toda la basura que lo corroe desde
hace décadas.
4.
En el México del siglo XX, hemos tenido presidentes interinos: a) Al
renunciar Díaz a la Presidencia República por el triunfo en 1911 de la
Revolución. b) Luego tuvimos otro interinato después del asesinato de
Madero (1913); c) Otro al ser asesinado Carranza (1920); d) un cuarto
después de ser asesinado Obregón (1928) y e) El más reciente, después de
la renuncia de Ortiz Rubio por presiones de Elías Calles en 1932. A
pesar de la larga dictadura del PRI y de dos gobiernos del PAN, que
cumplieron sus cuatrienios (hasta 1928) y con sexenios hasta la
actualidad, se han registrado gobiernos interinos y no ha pasado nada
trascendente o importante. Los gobernantes sustitutos: León de la Barra,
Huerta, De la Huerta, Portes Gil y Rodríguez, respectivamente, fueron
–con excepción del segundo- la misma política oficial.
5.
El pobre presidente mexicano Felipe Calderón no pudo gobernar; tuvo que
hacer uso del ejército y apechugar la muerte de más de 60 mil
mexicanos, para demostrar durante seis años su fuerza; pero logró
Calderón que sus funcionarios y amigos cobren fabulosos salarios durante
todo ese tiempo. Preguntamos: ¿Lo mismo hará Enrique Peña Nieto para
evitar las permanentes protestas de la población por haber comprado –de
manera abierta y descarada- millones de votos? Por eso una de las frases
más pegajosas que hoy se usan en México: “En la democracia más vale un
presidente interino, que uno que haya comprado el cargo”. Si el IFE y el
PRIFE deciden reconocer el triunfo de Peña –a pesar de las decenas de
miles de pruebas de compras de votos entregadas- volveremos a la
sucedido hace seis años; pero ahora en un nivel más alto de indignación y
de rabia.
6.
Sería interesante conocer lo que pasaría si todos los Senadores y
Diputados del Movimiento Progresista se negaran –sin pretexto alguno- a
tomar posesión de sus cargos el 1 de septiembre protestando contra el
fraude en el proceso electoral. Es un acuerdo aprobado por más de 300
organizaciones incluidas la estudiantil Yo soy 132, los campesinos de
Atenco, los electricistas, Morena y demás; se aprobó además boicotear
el 1 de septiembre el informe de Felipe Calderón y el 1 de diciembre la
toma de posesión de Peña Nieto. La realidad es que ya no habrá más
esperas de seis años porque los procesos electorales en México se han
convertido en una vergonzosa burla para millones de esperanzados que
desde 1988, por no decir mucho antes, están sufriendo el escarnio de
gobiernos priístas y panistas.
7.
Un gobierno interino bajaría mucho la confrontación que cada día se
hace más grande entre el PRI y el movimiento progresista, sobre todo
ahora que la empresa Soriana –la que entregó millones de tarjetas al PRI
para comprar votos- acusó a López Obrador, Monreal y Zambrano de ser
los culpables de que perredistas hagan tropelías en las tiendas. El
movimiento progresista ha rechazado todas las acusaciones por ridículas;
sin embargo el movimiento estudiantil y las 300 organizaciones que se
reunieron en San Salvador Atenco están preparándose para cumplir los
acuerdos a que se comprometieron. Se espera que el IFE y el TRIFE
decidan por el bien del país y no cometan el error de seguir poniéndose a
las órdenes de quienes dominan económica y políticamente en México.
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¿Y luego, qué?
Armando Bartra

Jóvenes integrantes de #YoSoy132 junto con miembros de diversas
organizaciones, durante la plenaria de la Convención Nacional contra la
Imposición, en San Salvador Atenco, estado de México, el pasado 15 de
julioFoto Cristina Rodríguez
Como a veces en las Olimpiadas, en estos comicios hubo dopaje y jueces parciales. Con el agravante de que el foto finish no
ayuda pues el tramposo compró mucha ventaja. Así las cosas, esta vez no
queremos recuento de votos sino anular la elección. Para eso se está
trabajando: para que el de los esteroides no suba al podio sino que se
repita la competencia.
Como en 2006, en 2012 hubo fraude para impedir que gobierne la
izquierda, y hoy como ayer fue orquestado por la oligarquía, los medios
masivos y los aparatos clientelares de la derecha. Hace seis años había
que bajar a López Obrador (AMLO) y subir a Felipe Calderón (FC), ahora
había que impedir que subiera y frenar la caída de Peña Nieto (PN).
Entonces se manipularon boletas y recuento para darle a FC un pequeño
margen, esta vez se compró y coaccionó masivamente electores para darle a
PN una ventaja de más de tres millones de votos. Y esto hace la
diferencia, pues en 2006 algunos luchábamos por que AMLO fuera
presidente y hoy luchamos por que el Frankenstein de Televisa no lo sea.¿Estamos peor? En verdad estamos mejor, pues sumándose el movimiento pro AMLO y el anti PN, el repudio a la imposición será hoy aún más grande que en la pasada elección. Hace seis años se pugnaba por llevar a Los Pinos al
presidente legítimo; actualmente se pugna por que no llegue el ilegítimo. Y si entonces protestaba el tercio de los sufragantes que había votado por AMLO, hoy repelan los dos tercios que no votaron por PN y muchos que no votaron por nadie. Ahora se inconforma Morena, pero también #YoSoy132 y la Convención Nacional contra la Imposición. En 2006 nos movilizábamos cuando AMLO convocaba, hoy también cuando convocan los estudiantes y hasta cuando no convoca nadie.
Importa sumar fuerzas porque Morena y el Frente Progresista no pudieron ni pueden solos. Miles de marchas, mítines y reuniones le permitieron a AMLO y el obradorismo construir una fuerte candidatura, un amplio movimiento ciudadano, un nuevo proyecto de nación y una organización nacional con más de 4 millones de adherentes. Suficiente para ganar en buena lid, no para sobreponerse a las abismales trampas del sistema.
Sabemos que el obradorismo no convoca a todos los descontentos pues para algunos aún huele a
clase política. Por eso fue esperanzador el Movimiento por la Paz, desbarrancado por el protagonismo del líder, y por eso en mayo fue recibida con alegría la irrupción de los jóvenes. Pero no alcanzó el tiempo y el primero de julio no pudimos. Ahora tenemos otra oportunidad, porque juntos obradorismo, estudiantes y organizaciones sociales cercanas al Morena o al 132, unidos en un frente popular o movimiento de movimientos, representan a la mayoría y le pueden dar voz a la nación. Pero ni así será fácil revertir la imposición.
Para evitar que el PRI siga haciendo de las elecciones letrina, más que apelar al IFE, tribunal electoral y Fepade para que barran el tiradero, habría que poner altares guadalupanos en las casillas, a ver si así. Y es que nos gobierna una derecha cínica que renunció a la legitimidad democrática conformándose con la gobernabilidad que dan el clientelismo, la mercadotecnia mediática y el ominoso despliegue de fuerza pública.
Heredero autodesignado de la Revolución, el viejo PRI reprimía pero negociaba: el tecnócrata Salinas dialogó con el EZLN y, pese a su autismo político, también lo hizo Zedillo. En los primeros años del PAN, Fox cuidaba su bono democrático congraciándose con los zapatistas, cediendo ante Atenco y firmando el Acuerdo Nacional para el Campo con las organizaciones rurales…
La concertación, así fuera demagógica, terminó cuando la oligarquía y sus personeros se percataron de que la izquierda abanderada por AMLO podía llegar al poder por vía electoral. Y se espantaron. Primero fue el desafuerogate, y de ahí para el real los gobiernos de la derecha dejaron de lado la concertación y se endurecieron. Un ejemplo paradigmático: como su enemigo era un gobernador priísta y el PAN gobernaba el país, la APPO pensó que podría negociar la salida de Ulises con el presidente saliente o con el entrante, pero los oaxaqueños fueron reprimidos al unísono por Ruiz, Fox y Calderón. Hoy sabemos que, con tal de seguir gobernando, la derecha desvergonzada del tercer milenio está dispuesta a pagar casi cualquier costo en legitimidad.
Habrá que limpiar el cochinero pero, con o sin interinato, en las próximas semanas los movimientos que hoy se oponen a PN tendrán que cambiar de terreno pasando de combatir la imposición a resistir también la ofensiva múltiple de la derecha, al tiempo que luchan por impulsar los cambios desde abajo. En términos olímpicos es como salir de las barras paralelas, dar un giro en el aire y caer de pie.
El Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra, el SME, la CNTE y
otros movimientos sociales agrupados en la convención han embarnecido
en la resistencia, mientras que Morena y #YoSoy132 –que nacieron mirando
a los comicios– habrán de deselectoralizarse y prepararse para durar.
Pero las dificultades a vencer para no irse de nalgas después de la
machincuepa no son las mismas para los estudiantes que para los
obradoristas. Por ejemplo: pese a que en la toma de Televisa
del 26 y 27 de julio planteó seis temas: democracia, economía, seguridad
nacional, educación, salud y solidaridad con los movimientos sociales,
132 nació como un movimiento reactivo, un multitudinario ¡no! a la
imposición, y para consolidarse habrá de ir construyendo su plataforma
programática. Morena, en cambio, dispone de un amplio proyecto
alternativo de país formulado participativamente, pero no es lo mismo
impulsar estos cambios por arriba y abajo que hacerlo fuera del gobierno
y con su fiera oposición, de modo que, recuperando sus luchas en
defensa del petróleo y de la economía popular, el obradorismo tendrá que
curtirse aún más en la resistencia y en impulsar el
cambio verdaderodesde la sociedad organizada.
Morena y 132 son también extremos en el modo de tomar decisiones.
Construido en pocos meses y como un ejército cívico diseñado para ganar
la elección presidencial, Morena es fuertemente centralista y con mandos
articulados de arriba abajo a partir de relaciones de confianza, de
modo que su reto mayor es descentralizar y reconstruir paulatinamente
sus estructuras a partir de la representación democrática y considerando
que, hoy más que nunca, AMLO es el líder, pero ya no el candidato en
campaña. En cambio 132 es una organización horizontal, admirablemente
democrática y que incluso se ha propuesto atemperar el tradicional
centralismo defeño; un movimiento que está en las marchas, acampadas y
asambleas, pero igualmente en el ciberespacio: en las redes sociales
donde se difunde información, se comparten vivencias y se dirimen o
enconan consensos y disensos, un actor en red que con el tiempo irá
agilizando su forma de tomar las decisiones que los involucran a todos.
Y hay desafíos comunes. En la medida en que el tema del fraude vaya
perdiendo centralidad, otras cuestiones se pondrán en primer plano. Sin
duda las llamadas
reformas estructuralesfaltantes, que hasta ahora hemos frenado y habrá que seguir frenando, pero también reivindicaciones sectoriales y regionales menos abarcantes, e incluso problemáticas locales que afectan a pequeños grupos. Las organizaciones de la convención y los aliados gremiales del obradorismo están acostumbrados a esto, pero Morena y 132, no. Tendrán que aprender. Y en el caso de Morena esta previsible territorialización y sectorialización de una parte de la lucha es una de las razones para descentralizar y democratizar paulatinamente su estructura.
En una sociedad diversa la pluralidad reivindicativa es virtud
siempre y cuando se evite dispersar y pulverizar las fuerzas. El riesgo
es el síndrome del Congreso Nacional Indígena, que al abandonar el
objetivo unificador de llevar a la Constitución la ley Cocopa y
enfrascarse en autonomías de hecho locales, quizá reforzó sus raíces
pero perdió presencia nacional. Para que esto no le suceda al Morena, al
132 y a la convención sería deseable que, además de prolijos programas y
plataformas reivindicativas, ubicaran un eje aglutinador que diera
sentido y dirección a las diferentes bandas, un tema central que
unifique fuerzas.
Hay muchos posibles, pero a mí me cuacha la democracia. No
sólo electoral sino también directa y participativa. Porque la cuestión
mayor aquí y ahora es cómo se toman en México las decisiones. Como se
toman en la cama y en la cola del Metrobús, en el pueblo y el barrio, en
la escuela y la fábrica, en la elección de legisladores, de alcaldes,
de gobernadores y de presidente de la República. El gran tema es el
poder popular.
Podrán comprar la cama, pero los sueños, ¿cuándo?