SABADO 5 DE MARZO DE 2011
17:00 HRS.
SALON CAMPANARIO
(Frente a Mercado Xonaca).
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Analiza retornar a la huelga de hambre
permanente e indefinidoen el ZócaloFoto Carlos Ramos Mamahua
Sábado 5 de marzo de 2011, p. 20
Integrantes del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) iniciaron ayer la organización del plantón permanente
, que instalaron el jueves en el Zócalo capitalino, al tiempo que anuncian una nueva jornada de protesta. No descartan retornar a la huelga de hambre (en el ayuno del año pasado participaron decenas de trabajadores durante 90 días).
Para esta nueva etapa de protesta usarán nuevos recursos: recolección de zapatos viejos para arrojárselos a Javier Lozano, secretario del Trabajo, en un acto público.
En tanto, Martín Esparza, dirigente del SME, precisó que la reunión con el secretario de Gobernación, Francisco Blake, cancelada el jueves, fue reprogramada para el próximo miércoles. Se espera que acudan a la cita diputados encabezados por el presidente de la mesa directiva en San Lázaro, Jorge Carlos Ramírez Marín.
Esta abrupta cancelación lo único que muestra es el desinterés de un gobierno autoritario no sólo hacia los trabajadores en conflicto, sino un claro desprecio hacia el Poder Legislativo
, señaló.
Reunido con sus compañeros en la Plaza de la Constitución, precisó que este lugar será dividido en 4 cuadrantes
, donde cada grupo de electricistas tendrá a su cargo actividades específicas, lo mismo aseo y labor social que volanteo, con el apoyo de organizaciones solidarias al SME, como mineros y maestros, quienes también instalarán una carpa en el Zócalo.
El plantón del SME tiene carácter permanente e indefinido
y en esa perspectiva fue redactado un reglamento
que incluye aspectos operativos ordinarios de quién y cómo se hará la limpieza, así como una estrategia de seguridad.
Los electricistas están de vuelta en la principal plaza pública del país, tras casi 17 meses en resistencia, luego de que el 11 de octubre de 2009, un decreto presidencial (la extinción de Luz y Fuerza del Centro) dejó sin empleo a 44 mil trabajadores, de los cuales 16 mil continúan en resistencia.
Luego de haber encabezado durante ese lapso innumerables actividades de protesta, ahora combinarán el plantón con movilizaciones y mítines frente a diversas dependencias federales, el Congreso y organismos diversos.
Vamos a estar en constante movimiento
, dijo Esparza, en reunión con integrantes del SME en un extremo del Zócalo, a unos metros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación; en el otro extremo, grupos de electricistas analizaban las tácticas y estrategias para que este plantón no se diluya en una manifestación más, en parte del paisaje
, alertó un representante.
Y en la definición de ese plan acordaron recolectar zapatos viejos, en un símil de la protesta social de algunos pueblos de Medio Oriente, donde arrojar estos accesorios a determinada persona lo consideran como la máxima muestra de repudio.
Para los del SME ese blanco es el secretario del Trabajo, de quien, nuevamente, exigen su renuncia. Aprovecho para hacer una convocatoria amplia para la donación de zapatos viejos, que serán utilizados en una jornada de protesta, la próxima semana, para lanzarlos al responsable de toda la tragedia nacional, Javier Lozano, quien siempre sale a excusarse, aunque él es el responsable de las agresiones a los sindicatos: electricistas, mineros y trabajadores de Mexicana de Aviación, entre muchos otros.
Protestaremos, comentó Esparza, ante un gobierno que en el exterior se solidariza hasta con los ciudadanos Libia, diciendo que su presidente es un dictador, cuando en México hay 35 mil ejecutados y en el que se utilizan las fuerzas armadas para expulsar a los electricistas de sus centros de trabajo.
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No merece llamarse de izquierda quien no hace nada por disminuir la injusticia social ni por distribuir la riqueza, entre países, y dentro de un país, entre su población. Cualquier persona o partido que con sus actos, más que sus declaraciones, afirme las condiciones existentes, no es de izquierda. El centro, me adelanto a decirlo, significa un no compromiso, una ambigüedad que, aunque sea por omisión, tiende a afirmar las condiciones existentes en un universo dado. Es, pues, de derecha, aunque no se reconozca como tal. De aquí que ahora se hable de centro izquierda y de centro derecha, conceptos que no significan otra cosa que cercanía a la izquierda o a la derecha. Por cercanía entiendo precisamente un no compromiso directo y explícito con las posiciones de izquierda o de derecha, o sea ambigüedad, como ya lo he dicho.
Durante más de 100 años la izquierda fue identificada con el socialismo, con una corriente ideológica de la sociedad que luchaba por el socialismo. En la actualidad, debe decirse, la izquierda no es sólo la que aspira al socialismo. El derrumbe de los países mal llamados socialistas ha hecho que el concepto sea cuestionado o que se trate de redefinirlo, en principio por lo que no debió ser en la Unión Soviética y sus satélites. Habrá que pensar en otra cosa sin que por ello se abandonen las ideas fundamentales que hicieron del socialismo un objetivo a alcanzar. Esas ideas son vigentes, sobre todo porque son las que proponen un mundo alternativo al capitalista, un mundo mejor del que vivimos.
Los partidos políticos no siempre fueron como son ahora. Al principio eran corrientes de interés parlamentario o clases sociales más o menos específicas. En esos antiguos casos los partidos no contaban con una estructura organizacional. Para finales del siglo XIX comenzaron a tener una organización, dirigentes e ideología. Ésta diferenciaba a unos de otros, por ejemplo, conservadores y progresistas, de izquierda y de derecha, proletarios y burgueses, reformistas y revolucionarios. Durante décadas, como ya hemos dicho, los partidos de izquierda eran o se decían socialistas; los más radicales, especialmente a partir del triunfo de la revolución rusa, comunistas. Una parte de la población se afiliaba o votaba por éstos, otra por los partidos conservadores. Las ideas socialistas, en sus diversas interpretaciones incluso estratégicas, eran vistas hasta hace poco como propias de la izquierda. Hoy esta percepción ha cambiado, pero nunca tanto como para pensar que no hay diferencias entre las izquierdas y las derechas.
En México, particularmente en los tiempos en que las izquierdas se distinguían por su lucha por el socialismo, las izquierdas fueron más o menos marginales y, por lo mismo, de reducido tamaño. Incluso cuando un partido de izquierda obtenía 400 mil o 900 mil votos, en un país de 90 millones de habitantes, se consideraba una gran victoria, pese a que esos sufragios no llegaban a 10 por ciento de la votación total. En Europa esta realidad de marginación, que no era exclusiva de México, llevó a los partidos comunistas, por ejemplo, a adoptar las posiciones de la socialdemocracia, menos radical en sus planteamientos y no necesariamente anticapitalista, para intentar competir electoralmente con los partidos del establishment, es decir con los partidos que afirmaban en sus declaraciones y en los hechos la conservación de lo existente. No lo lograron. El reformismo y el gradualismo de los partidos socialdemócratas fue el que mejor competía con la derecha, a veces dividiéndose casi por mitades el voto popular.
Muy pronto se descubrió, aunque no se reconociera al principio, que cuando un partido de izquierda se corre al centro gana más votos que si mantiene posiciones más o menos extremistas o en defensa de una clase social en particular. A pesar de que la mayoría de la población en cualquier país del mundo está compuesta por trabajadores del campo y la ciudad, un partido que se autodenominara explícitamente de los trabajadores o de la burguesía corría el riesgo de perder competitividad electoral, de quedarse marginado. La reforma electoral de 1977 en México facilitó la conversión de partidos marginales en partidos electorales, y con este simple hecho sus ideologías y sus programas se corrieron hacia posiciones menos izquierdistas y más cercanas al centro político. La idea era ganar votos, hacerse competitivos. El surgimiento del Partido de la Revolución Democrática debe verse en esta lógica: nació como un partido para competir por el poder por la vía electoral, y todo partido que quiera aumentar sus probabilidades de triunfo tiene que correrse al centro, pues de no hacerlo puede perder el voto de millones de personas que en muchos aspectos son conservadoras o, si se prefiere, que tienen temor a los cambios.
* Ponencia presentada en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, UNAM, el 28 de febrero de 2011, durante la mesa redonda La izquierda y el 2012