DIALOGO NACIONAL
¡El “Paquetazo” de Calderón no debe pasar, ni su intento de aplastar la autonomía sindical!
El contexto de la crisis
La dura realidad es más necia que los discursos “oficiales” que insisten en el final de la crisis y confirma que su profundidad y duración supera los peores pronósticos y sobre todo su carácter sistémico. Ésta no es de ciclo corto. La crisis financiera coincide, empeorándola, con una crisis general de sobreproducción. La parálisis del crédito restringe paulatinamente la actividad económica. La crisis se ha propagado por todo el mundo. Su amplitud es comparable a la de 1929, pero a diferencia de 1929, la crisis es global. El modo de producción capitalista abarca la totalidad de la economía mundial. La globalización capitalista ha constituido un mercado mundial de mercancías, ha impuesto una “remercantilización” generalizada y creado las condiciones de un mercado mundial de la fuerza de trabajo. Esta crisis tiene pues un carácter global. Tiene varios componentes: crisis económica, crisis financiera y bancaria, crisis alimentaria, crisis energética y crisis climática.
Las clases capitalistas y todos los “expertos” están intranquilos. No cuentan con un modelo alternativo. Discuten varios escenarios pero no hay experto que contemple la salida de la crisis. Sí contemplan unas recuperaciones “blandas” para fines de 2010 o se decantan por el escenario de una crisis a la japonesa: una deflación de casi 10 años, pero nadie se atreve a preveer una salida de la crisis actual. A diferencia de 1929, los gobiernos y los poderes públicos han intervenido para contenerla. En una serie de países los sistemas de protección social desempeñan un papel de amortiguador…pero ¿hasta cuándo?
No es, por cierto, el fin del capitalismo, pues mientras no haya alternativas, o sea, soluciones anticapitalistas en condiciones de imponerse, no hay, para el sistema, “situación sin salida”. Éste siempre puede concederse nuevos márgenes. El capitalismo puede vivir y sobrevivir con sus crisis, sus convulsiones, sus regresiones. Nada pues de catastrofismo, pero actualmente vemos a las claras que el sistema ha alcanzado sus límites, que el costo social, económico y ecológico de la crisis del capitalismo pone a la orden del día la salida de este sistema, la reforma, la superación para algunos, la ruptura y el derrocamiento, para los anticapitalistas. Es un viraje histórico: habrá un antes y un después de esta crisis.
Debemos aceptar que ningún gobierno capitalista, y menos el mexicano, se han propuesto dar un “golpe de timón” en su perspectiva neoliberal. El sentido de las políticas de los principales gobiernos del mundo es claro: hacer pagar el coste de la crisis a los sectores populares e intentar apuntalar el modelo actual con tímidas reformas que aseguren su viabilidad.
La situación nacional
La reforma fiscal que propone el gobierno derechista de Felipe Calderón -que incrementa el impuesto al consumo, incluyendo alimentos y medicinas, eleva el precios de los energéticos, crea nuevos impuestos a las telecomunicaciones, entre otros bienes, reduce el gasto del gobierno en el ramo social y en inversiones y suprime tres secretarías de estado-, y el “Decálogo” de reformas estructurales –que incluye mucha demagogia y la clara intención de profundizar la privatización del sector energético y una contrarreforma laboral-, lejos de “combatir a la pobreza” y superar la profunda recesión en la que nos encontramos, la profundizará, pulverizando el salario de la clase trabajadora y elevando el desempleo.
La intensa campaña que trata de justificar el incremento a los impuestos para dedicar nuevos recursos “al combate a la pobreza”, no tiene ningún sustento, es una auténtica canallada. Se trata de una expropiación de recursos, que afecta sobre todo a los 50 millones de pobres que existen en el país, para devolverles unas cuantas migajas a través de diversos programas asistenciales. Un auténtico combate a la pobreza debería incluir un fuerte impuesto progresivo a los grandes millonarios del país, combatir la evasión fiscal, aplicar precios diferenciales en todos los servicios que brinda el estado (que paguen más los que más tienen), reducir los estratosféricos salarios de los altos funcionarios y el injustificable crecimiento de su plantilla, eliminar los millonarios gastos superfluos del gobierno federal y el dispendio. Estas acciones son perfectamente factibles de aplicar y su resultado significaría contar con recursos necesarios para impulsar un amplio programa de obras públicas y de cuidado del medio ambiente, impulsar el apoyo y la inversión en el campo, desarrollar la industria energética nacional permitiendo combustibles y electricidad baratos, reducir el desempleo y permitir el crecimiento del mercado interno.
Esta amenaza ha sido claramente percibida por los mas amplios sectores sociales del país, incluyendo el movimiento representado por Andrés Manuel López Obrador, que entienden que de la resolución de este debate, habrán de definirse los aumentos salariales del año entrante, los presupuestos para las universidades, la sobrevivencia del campo mexicano, el precio de los energéticos y, en general, del nivel de vida de toda la clase trabajadora de México.
En varias partes del país, y sobre todo alrededor de la Cámara de Diputados, ya se han realizado movilizaciones, y también el cabildeo, de diversas organizaciones para exigir mayores presupuestos, apoyos y el cambio de rumbo de la política económica. Lamentablemente todas estas acciones se han realizado de manera dispersa y descoordinada. Cada uno en pro de su propia causa. Así no podemos avanzar. Debemos entender que la satisfacción de cada uno pasa, necesariamente, por la solución a todos. Es decir, construyendo un movimiento lo mas amplio posible, capaz de realizar movilizaciones de carácter nacional y que incluya diversas formas de resistencia civil. Debemos trabajar denodadamente, para hacer que la consigna, ¡El paquete económico de Calderón, no pasará!, se convierta en un auténtico clamor nacional.
El Diálogo Nacional tiene la capacidad y la autoridad de empujar, lo antes posible, en la construcción de dicho frente e impulsar un Plan Nacional de Lucha. Recordemos que el último día para la aprobación de la Ley de Ingresos y el Presupuesto de Egresos es el próximo 15 de noviembre.
En un sentido más amplio debemos insistir, al mismo tiempo, en otra agenda portadora de una lógica de ruptura con el actual orden de cosas. “Cambiar el mundo de base”, como reza la conocida estrofa de la Internacional, aparece hoy como más necesario que nunca. La declaración de la asamblea de los movimientos sociales aprobada en el pasado Foro Social Mundial de Belém traza lo que pueden ser las líneas maestras de una agenda alternativa de salida a la crisis sistémica contemporánea: “Tenemos que luchar, impulsando la más amplia movilización popular, por una serie de medidas urgentes como: la nacionalización de la banca sin indemnización y bajo control social; reducción del tiempo de trabajo sin reducción del salario; medidas para garantizar la soberanía alimentaria y energética; poner fin a las guerras, retirar las tropas de ocupación y desmantelar las bases militares extranjeras; reconocer la soberanía y autonomía de los pueblos, garantizando el derecho a la autodeterminación; garantizar el derecho a la tierra, territorio, trabajo, educación y salud para todas y todos; democratizar los medios de comunicación y de conocimiento.”
Es el momento de profundizar y radicalizar las alternativas, en el sentido de ir a la raíz de los problemas, de apuntar hacia el “núcleo duro” del actual sistema económico, y no de conformarse con retoques cosméticos, la “moralización” del capitalismo o, simplemente, la domesticación de sus “excesos” neoliberales. Así ha quedado patente en las demandas de las manifestaciones celebradas en Londres y en todo el mundo en el marco de la Semana de Acción Global acordada en Belém.
La defensa de la autonomía y la democracia sindical
La pretensión de la Secretaria del Trabajo de negar la Constancia de la Toma de Nota al compañero Martín Esparza, como Secretario General del Sindicato Mexicano de Electricistas, la retención de las cuotas sindicales y la preparación de la requisa de ésta empresa, es una de las más bárbaras agresiones en contra de uno de los baluartes más importantes del sindicalismo democrático y una clara intervención en sus asuntos internos.
Esta agresión no es un caso aislado, es la culminación de una andanada del gobierno para destruir al sindicalismo independiente y democrático, tenemos el caso del Sindicato de Trabajadores al Servicio de los Poderes del Estado de Querétaro, de las Sobrecargos de Aviación, del magisterio democrático y, sobre todo, del Sindicato de Trabajadores Mineros y Metalúrgicos.
De concretarse la agresión al SME, estaríamos ante una situación de extrema gravedad para todos los movimientos sociales de nuestro país. Significaría la liquidación de la libertad y la autonomía sindical, abriría la puerta para una brutal reforma regresiva de la Ley Federal del Trabajo e incluso un grave atentado en contra de las libertades políticas y democráticas.
No necesitamos extendernos mucho más para comprender el significado de este peligro. Debemos actuar cuanto antes y utilizar toda nuestra inteligencia, energía y audacia, para conjurar esta amenaza. Podemos transformar la desgracia en virtud, si logramos construir un amplísimo movimiento en defensa del SME y de la autonomía sindical. Esta lucha puede ser el elemento catalizador del enorme descontento social que permea a lo largo y ancho de todo el país.
El momento reclama que todas las organizaciones integrantes del Movimiento Nacional por la Soberanía Alimentaria y Energética, los Derechos de los Trabajadores y las Libertades Democráticas, actuemos como una sola organización en defensa del SME, de los mineros y del magisterio democrático. Ha llegado el momento de impulsar intensas movilizaciones, e inclusive una Jornada Cívica Nacional, para obligar al gobierno a respetar la autonomía, la independencia y las conquistas de las organizaciones sindicales.
Esta lucha no está divorciada, en modo alguno, de la lucha en contra del paquete económico. Son dos caras de una misma moneda. Para el gobierno es condición indispensable, para llevar a fondo sus reformas neoliberales, el aplastamiento de las organizaciones sociales democráticas y combativas. Por esa razón debemos vincular, ambas luchas, en un solo y gigantesco movimiento que le pare la mano al gobierno de manera contundente.
¡Viva la clase trabajadora!
¡Todos en defensa del SME, los mineros y el magisterio democrático!
¡Muera el mal gobierno!
FRATERNALMENTE
“POR UN PROYECTO DE NACION, ALTERNATIVO AL NEOLIBERALISMO”
Comisión Coordinadora del Dialogo Nacional.
México D. F. a 2 de octubre de 2009