Fidel Castro renuncia a la presidencia de Cuba
"Traicionaría mi conciencia ocupar una responsabilidad que requiere movilidad y entrega total que no estoy en condiciones físicas de ofrecer”, explicó en un mensaje publicado en Granma.
La Habana. En un mensaje publicado por el diario Granma, Fidel Castro descartó regresar a la presidencia de Cuba debido a su estado de salud.
“Les comunico que no aspiraré ni aceptaré —repito— no aspiraré ni aceptaré, el cargo de Presidente del Consejo de Estado y Comandante en Jefe”, dijo el líder en su mensaje, dirigido a “mis entrañables compatriotas”.
“Traicionaría por tanto mi conciencia ocupar una responsabilidad que requiere movilidad y entrega total que no estoy en condiciones físicas de ofrecer. Lo explico sin dramatismo”, dijo el líder, quien ha estado al frente del gobierno cubano desde el triunfo de la revolución, en 1959.
Castro, de 81 años y quien no aparece en público desde el 26 de julio de 2006 debido a una enfermedad gastrointestinal, agradeció “el inmenso honor” de que lo hayan elegido el 20 de agosto como uno de los 614 diputados del nuevo Parlamento, que se reunirá el próximo domingo para elegir a las máximas autoridades del país.
Añadió que en esa cita del cuerpo legislativo unicameral “se deben adoptar acuerdos importantes para el destino de nuestra Revolución”.
Castro subrayó que el proceso revolucionario, “afortunadamente cuenta todavía con cuadros de la vieja guardia, junto a otros que eran muy jóvenes cuando se inició la primera etapa de la Revolución”.
“Algunos casi niños se incorporaron a los combatientes de las montañas y después, con su heroísmo y sus misiones internacionalistas, llenaron de gloria al país” y “cuentan con la autoridad y la experiencia para garantizar el reemplazo”, apuntó.
“Dispone igualmente nuestro proceso de la generación intermedia que aprendió junto a nosotros los elementos del complejo y casi inaccesible arte de organizar y dirigir una revolución”, manifestó el octogenario líder revolucionario.
Advirtió que el camino “siempre será difícil y requerirá el esfuerzo inteligente de todos”, y dijo desconfiar “de las sendas aparentemente fáciles de la apologética, o la autoflagelación como antítesis”.
Por otra parte, llamó a “prepararse siempre para la peor de las variantes. Ser tan prudentes en el éxito como firmes en la adversidad es un principio que no puede olvidarse. El adversario a derrotar es sumamente fuerte, pero lo hemos mantenido a raya durante medio siglo”.
“No me despido de ustedes. Deseo sólo combatir como un soldado de las ideas. Seguiré escribiendo bajo el título Reflexiones del compañero Fidel. Será un arma más del arsenal con la cual se podrá contar. Tal vez mi voz se escuche. Seré cuidadoso”, indicó.
En el texto, que había prometido el pasado 15 de febrero al concluir una de sus “Reflexiones”, dijo que desempeñó el cargo de Presidente a lo largo de muchos años en alusión a su primera elección a mediados de la década de 1970.
El 15 de febrero de 1976 se aprobó la Constitución Socialista por voto libre, directo y secreto de más del 95 por ciento de los ciudadanos con derecho a votar, expuso.
“La primera Asamblea Nacional se constituyó el 2 de diciembre de ese año y eligió el Consejo de Estado y su Presidencia. Antes había ejercido el cargo de Primer Ministro durante casi 18 años. Siempre dispuse de las prerrogativas necesarias para llevar adelante la obra revolucionaria con el apoyo de la inmensa mayoría del pueblo”, acotó.
En alusión a los vaticinios en torno a su estado de salud, dijo que “muchos en el exterior pensaban que la renuncia provisional al cargo de Presidente del Consejo de Estado el 31 de julio de 2006, que dejé en manos del Primer Vicepresidente, Raúl Castro Ruz, era definitiva”.
“El propio Raúl, quien adicionalmente ocupa el cargo de Ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias por méritos personales, y los demás compañeros de la dirección del Partido y el Estado, fueron renuentes a considerarme apartado de mis cargos a pesar de mi estado precario de salud”, anotó.
Castro, quien en 19 meses sólo ha sido visto en fotos y videos de la televisión estatal, reconoció que, en esta circunstancia, era “incómoda” su posición “frente a un adversario que hizo todo lo imaginable por deshacerse de mí y en nada me agradaba complacerlo”.
Sobre sus frecuentes artículos en la prensa estatal, explicó que en medio de su convalecencia “pude alcanzar de nuevo el dominio total de mi mente, la posibilidad de leer y meditar mucho, obligado por el reposo”.
“Me acompañaban las fuerzas físicas suficientes para escribir largas horas, las que compartía con la rehabilitación y los programas pertinentes de recuperación”, dijo, y señaló que el sentido común le indicaba que esa actividad estaba a su alcance.
Acerca de su evidente renuencia a hablar de su salud, explicó que trató de “evitar ilusiones que en el caso de un desenlace adverso, traerían noticias traumáticas a nuestro pueblo en medio de la batalla”.
“Prepararlo (al pueblo) para mi ausencia, sicológica y políticamente, era mi primera obligación después de tantos años de lucha. Nunca dejé de señalar que se trataba de una recuperación ‘no exenta de riesgos’”, señaló.
Dijo que su deseo fue siempre “cumplir el deber hasta el último aliento. Es lo que puedo ofrecer”.
Aseguró que en cartas al coordinador del programa televisivo Mesa Redonda, Randy Alonso, incluyó “discretamente elementos de este mensaje que hoy escribo, y ni siquiera el destinatario de las misivas conocía mi propósito”.
Más adelante reprodujo párrafos seleccionados de la carta enviada a Alonso el 17 de diciembre de 2007, entre ellos el más citado: “Mi deber elemental no es aferrarme a cargos, ni mucho menos obstruir el paso a personas más jóvenes, sino aportar experiencias e ideas cuyo modesto valor proviene de la época excepcional que me tocó vivir”.
En otra misiva, del 8 de enero de 2008, Castro se declaró “decidido partidario del voto unido” (por todos los candidatos) en las recientes elecciones para diputados al Parlamento y las 14 asambleas provinciales.
Según Castro, esa estrategia “preserva el mérito ignorado” y permitió “evitar las tendencias a copiar lo que venía de los países del antiguo campo socialista, entre ellas el retrato de un candidato único, tan solitario como a la vez tan solidario con Cuba”.
“Respeto mucho aquel primer intento de construir el socialismo, gracias al cual pudimos continuar el camino escogido. Tenía muy presente que toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz”, expresaba en aquella carta, dijo Castro en su mensaje publicado por Granma.