19 de julio de 2009

CARPETA

Corrupto

conocido




ENCUESTA
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  • SERGIO CORTÉS SÁNCHEZ

    Los panistas solamente saben robar pero no trabajar; en cambio, los priistas roban pero trabajan; tal es el sentir generalizado de los ciudadanos del municipio de Puebla. No ganó el mejor, sino el menos malo, y los continuos yerros del gobierno federal coadyuvaron a ello. Después de la elección aumentan los ciudadanos que se sienten representados por el partido ganador y que dicen haber votado por esa opción y disminuyen los que se sienten representados por la segunda fuerza elector y sufragaron por él: el ganamos es plural de la primera persona, el perdiste es singular de la tercera persona. Embelesados con el triunfo, los reduccionistas se proyectan: Mario Marín a los Pinos y López Zavala a Casa Puebla.

    A la pregunta sobre las razones para haber acudido a las urnas, las principales respuestas de los ciudadanos que votaron por algún partido fueron la credibilidad y la confianza en el destinatario de su voto, la propuesta y el candidato; el cambio entendido como progreso y bienestar, y el ejercicio de un derecho. De cada 10 ciudadanos que votaron por el Partido Acción Nacional (PAN) cinco tienen confianza en ese partido; de cada 20 priistas tres tienen confianza en dicho partido. Si el Partido Reolucionario Institucional (PRI) se obceca en gravar los alimentos y las medicinas y nominar a candidatos corruptos, ineficientes e impopulares, no hay garantía de su triunfo en la entidad en los próximos comicios. Por el PRI sufragaron porque prometió que primero era la economía de las familias; se espera, en consecuencia, que promueva la creación de empleos estables y bien remunerados; una mejoría del poder adquisitivo y cobertura amplia de servicios educativos y de salud. Los ciudadanos que decidieron anular su voto lo hicieron porque no confían en los partidos políticos y desean mandar un claro mensaje de rechazo hacia esas las formas de organización electoral corrompidas, burocratizadas, autoritarias y ajenas al interés de la mayoría.

    Las razones del triunfo del PRI varían según la filia del ciudadano: los panistas están seguros de que ganó porque compró votos y engañó a los electores; otros le reconocen algún mérito para gobernar y mucho oficio para robar. Los priistas destacan que el triunfo del partido por el que votaron fue porque sí cumplen sus promesas, por sus propuestas y su experiencia para gobernar. Los ciudadanos que sufragaron por opciones diferentes al PRIAN tienen opiniones diferenciadas: la mitad de ellos atribuye el triunfo del PRI a sus propuestas y su experiencia; la otra mitad dice que ganó porque compró votos, mintió y por la mala administración de Felipe Calderón. Anulistas y abstencionistas coinciden en las razones del triunfo, pero no en la intensidad de las respuestas, para los que votaron en blanco el triunfo se debe a que el PRI sabe gobernar, tenía una propuesta y compró votos; para los que no fueron a las urnas el triunfo de ese partido se debió al hecho de que trabaja, compró votos y tenía propuesta.

    En general, los ciudadanos consideran que el PAN perdió por las pésimas políticas de la administración federal, por el incumplimiento de las propuestas de campaña, la corrupción generalizada de los funcionarios panistas y los inadecuados candidatos y propuestas en la reciente renovación legislativa. Los ciudadanos que sufragaron por el PAN creen que perdieron por la crisis, las malas propuestas y candidaturas y la compra de votos de los priistas. Los priistas y los que sufragaron por los partidos diferentes al PRIAN explican de otra manera la debacle del PAN, mencionan el incumplimiento de promesas, las políticas públicas, la corrupción de los panistas, las malas propuestas y candidaturas del PAN. Los anulistas y abstencionistas coinciden en señalar la corrupción de panistas, las políticas públicas y el incumplimiento de promesas como las principales causas de la derrota de los panistas. Las opiniones de la ciudadanía converge: hay un descrédito de los panistas por enriquecimiento ilícito, abuso de poder, tráfico de influencias e impunidad en grados tal que han superado a los priistas. La diferencia que la hay no es sólo en el monto de lo robado, sino la inestabilidad económica y política que han generado los gobiernos panistas.