OPINIÓNEl aniversario 18 | |
La Jornada de Oriente cumple 18 años cuando celebramos los 50 de la instalación de la primera computadora en México y cuatro décadas del movimiento estudiantil en nuestro país y otras partes del mundo. Ambas cosas están muy presentes en nosotros, no sé cuál de las dos más. Estos últimos 18 años la humanidad ha vivido cambios a una velocidad equivalente a la de algunos siglos o quizá milenios, pero esto no es novedad, porque lo mismo se pudo haber dicho hace 20, 30 o más años, desde la gran revolución científico–técnica. Como productores de nuestro periódico para Puebla y Tlaxcala, pudimos empatar claramente en este periodo al menos con las siguientes transformaciones: La presentación y masificación del uso del celular, incluido el febril sistema de mensajería, capaz de organizar una protesta social masiva, como la que llevó al poder a José Luis Rodríguez Zapatero en España. La introducción de la internet y sus derivados, el e–mail, el chat, los espectáculos mundiales hechos con uno mismo (youtube); las tareas escolares ejecutadas sin entender de lo que se trata; la abolición de las enciclopedias de papel y el crecimiento de los periódicos en su forma virtual, y el retorno a la escritura de los chamacos, pero con la perversión absoluta de lo que conocíamos como lenguaje. La entrada del consumo obligado de agua en botellas de pet que tapan cotidianamente nuestros ríos; la desaparición de los perones verdes, nos recordó brillantemente Manuel de Santiago la semana pasada –especialmente con chile piquín– y los muéganos de panela; se volvieron escasos los cocoles de anís y las tortas de agua; además, desapareció nuestro querido restorán “La Princesa”, en los portales. Se acabó la URSS y los trabajadores ex socialistas son ahora mucamas, niñeros, franeleros e indigentes en la Europa triunfante, o miembros de mafias, incluida la de la protitución más diversa, en todo el mundo. Algunos compañeros de entonces, que se santiguaban frente a El Capital y basculaban el hisopo con su agua bendita diciéndonos quién era de izquierda y quién traidor, cambiaron de chaqueta; Luis Eduardo Aute nos dice de ellos que su actual combate es la escalera, “tanto vendes, tanto vales…” La vieja Europa tiene moneda única, reglas de mercado únicas, ejemplares en muchos sentidos, y se apresta a reconquistar el mundo. España, de nueva cuenta, se apropia de las riquezas de la América, de la que considera “su América”, y hoy son dueños en México de media banca, 20 por ciento de la producción eléctrica, la mitad de los hoteles y han colocado en la Secretaría de Gobernación a un hijo de Galicia nacido en Madrid, encomendero del sureste mexicano encargado de averiguar si los indios tienen alma. No sabemos qué arreglos habrá hecho Felipe Calderón en su reciente visita a la sede de la corona. Ya vimos cómo se las gastan los pseudosocialistas de la empresa Prisa, dueña del diario El País, otrora ejemplo de rectitud periodística, y hoy ariete empresarial. Dueña –fuera de la ley, por cierto– de la mitad de W Radio, fue no sólo cómplice de Televisa y del gobierno de Calderón, sino ejecutora de la salida de Carmen Aristegui del noticiario matutino, con el propósito de acallar una de las pocas voces verdaderamente críticas de la radio mexicana. Estados Unidos ha masacrado en dos ocasiones a Irak y en una a Afganistán para vengarse de una forma de barbarie sufrida en Nueva York que ellos mismos han aplicado un centenar de veces en el mundo. En este lapso equivalente al que los mexicanos alcanzan la mayoría de edad, el Popocatépetl entró en erupción y ha arrojado 427 mil 475 fumarolas (a ver quién niega el dato), y no ha pasado nada; tenían razón los campesinos volcaneros, no en que Salinas le vendió nuestro Popo a los japoneses (tal vez, dijera la Jesusa, hasta lo compró y no nos hemos dado cuenta), sino en que ellos siguen igual que siempre; además, los geofísicos han descubierto que La Malinche es un volcán activo. Lo que nos faltaba. Pero también vivimos la insurrección del neozapatismo, las muertes de importantes dirigentes priistas y, especialmente, el avance irreductible del narcotráfico en México, sustituyendo al propio Estado en cada vez mas lugares del país, y en una guerra con más muertos cada mes que días tiene el año. Una de las peores cosas que ha ocurrido es que brincamos de la libertad sexual casi absoluta conquistada en los sesenta al uso del condón para las expediciones fuera del campamento central. Es la maldición del sida, que tiene tan contentos a los mojigatos que aseguran que es el castigo bíblico por concupiscentes, y tiene tan feliz a la industria del látex, con sabor, olor y textura. Estamos en un momento crucial de nuestro país y nuestro planeta. Hay días que nos deprimimos por no haber logrado los ideales que creíamos al alcance de la mano, sobre todo cuando vemos que las cosas empeoran en picada. Hay veces que nos convencen de que el papel de nuestro periódico ha contribuido en algo a que las cosas no estén tan mal y a veces hasta mejoren un poco. Hoy tenemos una nueva etapa en La Jornada de Oriente. Ya somos siete los hijos de La Jornada en el país, (Puebla, Michoacán, Morelos, San Luis Potosí, Guerrero, Jalisco y Zacatecas) y nosotros, gracias a la insensatez de Carlos Payán y Carmen Lira, somos los mayorcitos. En esta aventura no existe experiencia más valiosa que la hecha con los compañeros. En La Jornada de Oriente hay compañeros insuperables. Hablaré representativamente de la jefa Susana Rappo; Sergio Cortés y Raúl Jiménez Guillén, bases de una pirámide de casi 70 personas que trabajamos cotidianamente. Hoy estamos realizando cambios fundamentales en la estructura accionaria y productiva de nuestra Jornada. Hubo momentos en esta transición muy intensos que logramos solventar gracias a la intervención generosa y decidida de amigos entrañables. No quieren que diga sus nombres y no lo haré, pero sepan que nuestro agradecimiento es patente. Finalmente, les digo que una cosa es segura: aquí estamos y aquí seguiremos, y lo haremos mejor cada día, deben estar seguros de ello, no sólo porque, como dijo nuestra querida y jornalera Cristina Pacheco: aquí nos tocó vivir, sino porque la realidad que vemos venir no podrá enfrentarse tapándonos los ojos o acatando ciegamente las instrucciones de quienes pretenden uniformar a la sociedad para hacerla un conjunto de compradores de todo y pensadores de nada. Puebla, Tlaxcala. Junio de 2008. |