26 de noviembre de 2008

Cunde el ejemplo · Magú

Magú

■ Anuncian dirigentes la incorporación del PRT a su movimiento

Convergencia y PT apuestan al desfondo del PRD en 2009

■ Nos allegaremos los sufragios que perderá el perredismo, sostienen

Ciro Pérez Silva

Las dirigencias nacionales de los partidos del Trabajo (PT) y Convergencia anunciaron la adhesión del Revolucionario de los Trabajadores (PRT) a su movimiento, al tiempo que descartaron tener cualquier contacto con el de la Revolución Democrática (PRD), instituto político que, aseguraron, “ahora está hecho a modo del gobierno federal”.

En conferencia de prensa, adelantaron que el PRD tendrá un fracaso electoral y aseveraron que confían en obtener para sí los sufragios que perderá ese partido en 2009.

Posteriormente, en entrevista, el dirigente nacional de Convergencia, Luis Maldonado, reiteró que en las elecciones para renovar la Cámara de Diputados, gubernaturas, alcaldías y congresos locales, que tendrán lugar el año próximo, apuesta al “desfondo” del partido del sol azteca, lo que les permitiría, tanto a Convergencia como al PT, allegarse los sufragios que, desde su perspectiva, perdería el PRD.

Maldonado precisó que ese partido dejará de recibir importante número de votos, porque “hay un electorado que ha sido traicionado, un electorado que votó en 2006 y que ha sido traicionado por las expresiones de esa corriente… Nosotros aspiramos a llenar ese vacío; entonces, lo que normalmente debe ocurrir es que exista efectivamente un declive en sus resultados electorales y nosotros aspiramos a consolidar nuestra clase social”.

Insistió en que no buscarán acercamiento alguno con la dirigencia perredista, que encabeza Jesús Ortega; “no tiene caso que se dé algún acercamiento, ya que se han tomado rutas distintas, por lo que no se va a establecer relación o acercamiento con Ortega… han tomado otra ruta, ellos le llaman construir consensos, pero el electorado lo ve como el abandono de muchas banderas”.

Luis Maldonado reiteró que las banderas que abandonó el perredismo son las que defenderá la coalición que formaron Convergencia y el PT, lo que se refuerza con el discurso “esquizofrénico” de la dirigencia perredista, que “un día dice una cosa y otro dice otra… Durante dos o tres semanas insisten en que es necesario que caminemos con ellos en una coalición, porque si no habrá una debacle electoral para el PRD, y el fin de semana pasado el senador Carlos Navarrete expresa que nosotros somos muy costosos y que seguramente no alcanzaremos ni siquiera las metas que nos hemos propuesto”, aseguró.

Para vivir mejor · Hernández

Hernández

Luis Linares Zapata

2009: crisis y elecciones

Los nocivos efectos de la crisis en proceso definirán gran parte de la contienda electoral venidera. Partidos, movimientos, grupos de poder y demás actores políticos se preparan para la lucha en este escenario por demás complicado. Aún hay mucha confusión y los tanteos abundan en todas direcciones. Lo que en un inicio se definió como un catarrito molesto se ha convertido en un vendaval de negativas consecuencias para las mayorías. Nadie quedará ajeno al torbellino. Lo cierto es que las respuestas de los ciudadanos serán directas, mucho más conscientes e informadas que en el pasado. Y será así debido al creciente conjunto de mexicanos que han ubicado lo que sucede como la derivada de un modelo de gobierno injusto, ejecutado de manera irresponsable por una elite ineficaz y depredadora.

El PRI acaba de lanzar una iniciativa a la antigua usanza: un pacto cupular de rescate social y productivo. Empleará los anteriores instrumentos de propaganda y acción para situarse en lo que, considera, será la avanzada conceptual de su campaña de 2009. Por experiencia, tales ejercicios de concertación entre algunos cuantos que deciden quedará, de llevarse a cabo, en un simulacro de muy corta mecha y menor efectividad. Pero los priístas visualizan este pacto como su mapa inicial hacia la captura del poder total. Saben que el exclusivo grupo del gran poder los respalda, casi desde el principio del actual sexenio, en su afán restaurador. Así, un conspicuo triunvirato de priístas ha pactado su recorrido y delineado una táctica de pretendida unidad. No faltará el abigarrado conjunto de difusores a modo que lo seguirá en sus devaneos. Llevan estos publicistas largo tiempo pronosticando el éxito arrollador del priísmo en las urnas venideras. Quedará en la mente colectiva la colaboración prestada por ellos en las reformas estructurales que han causado, entre otros males, la catástrofe de las Afore en la bolsa, el rechazo a la Ley del ISSSTE junto al fracaso del Pensionissste y el contratismo entreguista en la industria energética. Sólo por nombrar algunos aspectos de su colaboración malformada.

El PAN no logra articular un ejercicio que le permita situarse, con cara limpia o renovada, ante lo que parece será una más de sus derrotas electorales. El pésimo desempeño del gobierno federal y las malas calificaciones que se achacan a sus gobernantes locales lo conducirán por caminos infructuosos. Más aún si los sigue asesorando aquel ranchero rencoroso y tonto de San Cristóbal, Guanajuato, de infausta memoria. Peor si la conducción se deja en las pretendidamente agresivas actitudes del monaguillo iracundo en que se ha convertido su actual dirigente. Confían los capitostes panistas en el vasto instrumental de la Secretaría de Desarrollo Social para apalancarse debidamente ante los millones de usuarios de sus programas, cautivos de la caridad o de la llamada inversión en capital humano.

El PAN y sus asesores externos no dejarán de azuzar al electorado con los miedos de siempre. Su artillería la enfocarán hacia la izquierda y al movimiento que encabeza AMLO, su efectivo y real opositor. Los exorcismos volverán por sus fueros y las consignas de odio y racismo ocuparán el lugar que, tradicionalmente, rellenan el arsenal de la derecha. Pero la crisis hará su trabajo de zapa y las deterioradas condiciones de vida de las masas no podrán ser ocultadas mediante campañas multimillonarias en los medios de comunicación.

La izquierda no ha podido, todavía, soltar sus lastres, que son muchos. Lo que prometía ser un frente unificado (FAP) muestra sus grietas, sean conceptuales, tácticas, de programa de acción o en la forma de expresiones ideológicas, cuando las hay. Un conjunto de personajes pretende ocupar los sitios estelares y, a medida que transcurren los días, muestran lo recortado de sus escalas. Los intereses facciosos salen a relucir y se agigantan con los altavoces mediáticos que sus rivales les acercan. El botín no se pierde de vista, ya sea en la forma de posiciones o de recursos disponibles. Es lo único que cuenta. El electorado va quedando a la deriva, las burocracias partidistas no lo distinguen entre el griterío y los cerrados pleitos de callejón. Las necesidades del pueblo quedan subsumidas, olvidadas, pospuestas en el mejor de los casos.

El PRD, el más nutrido ensamble de la izquierda, quedó atrapado en una decisión convenenciera del oficialismo. Su división manifiesta parece incurable después del desastre de sus elecciones internas. Las pugnas desataron enconos y radicalizaron las rivalidades entre grupos, clanes y camarillas. Las facciones no lograron un reacomodo que les permita seguir con la farsa de unidad a pesar de todo. Los perredistas del accionariado dirigente se alejaron del pueblo y enfocaron sus batidas contra el que tachan de autoritario e iluminado (AMLO). Otros se han definido como negociadores, modernizadores o dialoguistas, para distinguirse de los rasposos, sus otrora correligionarios. Alejandro Encinas, la esperanza renovadora de la mayoría perredista, intenta crear, desde dentro, una depuración que se ve harto difícil y no bien comprendida por amplios segmentos de sus mismos seguidores. El tiempo y su pericia podrán arrojar, tal vez, los resultados propuestos.

Los remanentes del FAP (PT y Convergencia) saben que su unión es indispensable en esta lucha por la sobrevivencia partidaria. Y el respaldo que les dará el movimiento que trabaja, de manera incansable, por la transformación de México, les garantiza una desahogada continuidad. No sólo eso, sino que puede aportarles la capacidad de competencia y dar a sus candidatos posibilidades de triunfo en las urnas así como una plataforma de lanzamiento futuro. La táctica a seguir, sin embargo, no está clara para sus muchísimos simpatizantes que exigen un deslinde definitivo de los que, por ahora, son los dirigentes designados del PRD. Lo cierto es que la crisis y sus efectos darán ventaja a los opositores reales del modelo de gobierno en boga y se las negará a sus causantes.